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Monday, April 17, 2006

17 de abril de 2006

Siento como si fuera el inicio del fin. Hoy no ha habido otra, hemos tenido que ingresarla. Hasta le hemos preguntado, y ella, con una cara llena de paz, me ha dicho, si así no me va a doler más, de acuerdo, llevadme al hospital. Sé que lo sabe, que en el fondo sabe que no verá más su casa, que todo acabará allí, pero a pesar de eso, lo ha dicho así, tan fácilmente, como si fuera una decisión tan sencilla, como si todas las veces anteriores en las que se hubiera negado no hubieran sido más que caprichos... Quizás por fin se ha rendido, y la verdad es que me alegro, he llegado a pedirle muchas veces con la mirada, que lo hiciera, que se rindiera, que dejara de luchar... Pues así sólo prosigue el dolor y más y más sufrimiento. El viernes estuvo muy mal, le dolía tanto que hasta ella misma pidió que avisáramos a los médicos. Y hoy ya... lo ha pasado tan mal cuando la bajaban por las escaleras... que casi daban ganas de echar marcha atrás y decirles, dejadla aquí... pero en el fondo sé que ahora sí está mejor ahí, en casa ya no podíamos controlar su medicación, ni comía, y además ha comenzado a vomitar sangre, sangre roja...
He conseguido mantener la calma todo el día, y cuando ella me preguntaba dónde me llevan sólo le he dicho, a quitarte el dolor, vas al hospital. Y le han hecho mil pruebas en Urgencias, todas esas que nos preguntábamos tantas veces por qué no le hacían cuando estaba en casa. Y no nos han dicho nada que no supiéramos, está muy muy avanzado y ella está muy mal... Pero no nos dan fechas ni plazos, no se atreven a equivocarse, ya lo hicieron, le dieron 4 meses de vida y lleva 8. Nada era no predecible, nada era raro...
Luego, ya en el hospital, al ver realmente la habitación tan grande, y tranquila, y los cuidados que le daban todas las enfermeras y la médico, ya sí era algo más sorprendente, quizás al compararlo con el otro, tan masificado y frío... No sé, quizás me esperaba un antro donde les llevan simplemente a morir, pero he comprobado que no es así, y quizás por eso insistían tanto los médicos en que iba a estar mejor ahí que en casa.
Estoy realmente tranquila, ya me esperaba todo esto, sólo se me han saltado las lágrimas tres o cuatro veces y he sabido mantenerlas a raya. Soy fuerte, ya lo sé, y sé que no sirve de nada llorar, sirve estar ahí para lo que ella quiera, estar tranquila para saber reaccionar, intentar no dejarme vencer por los sentimentalismos.
Hoy se ha quedado mi hermana a dormir allí (incluso hay una cama para el acompañante) y cuando he llegado a casa, he visto la cazuelita con el último caldo que le había hecho a mi madre. Entonces sí me han dado ganas de ponerme a llorar como una idiota, pero luego he visto a mi padre, y he pensado que así le pondría también a él triste. No puedo permitirme la debilidad, no ahora. Ya seré débil después, o nunca.