Una amiga siempre me llamaba la niña de ojos tristes. Pero decía, como siempre estás sonriendo no se nota que eres la niñita de ojos tristes. Para mi madre siempre soy su niña, como lo somos todos para todas la madres. No me gusta compadecerme, pero no puedo evitar hacerlo, ya nunca más seré su niñita mimada, echo de menos sus mimos, cómo me cuidaba, siempre que volvía de Madrid me tenía preparada la sopita... Ahora las cosas son al revés, soy yo la que tiene que cocinarle su sopa. No es que esto sea una molestia, pues me gusta cuidarla, como siempre ella hizo conmigo, sino que simplemente me doy cuenta de que siginifica que ya nunca volveré a ser su niña, tendré que ser simplemente una niña de ojos tristes que olvidó sonreir.

7 de febrero de 2006

Te quiero mami, te lo digo todos los días cuando te espío en silencio mientras duermes. O quizás sólo haces que duermes... porque sé que te duele tanto que muchas veces ya ni dormir puedes. Sólo pido que descanses, no pido nada más. Las esperanzas hace tiempo que se fueron. Sólo quiero que dejes de sufrir, que deje de dolerte, no quiero tenerte conmigo a cualquier precio, no a costa de tanto dolor. Porque sé que te duele aún más de lo que nos cuentas. La simple mención de que si seguía doliéndote tanto, habría que llevarte al hospital, hace que tú quizás finjas que te duele menos... Porque tú no quieres ir, de ningún modo, y yo tampoco quiero que vayas, porque parece que eso será el inicio del fin. No, no lo parece, lo sé... Además sé que estás mejor en casa y tú también lo sabes, y por eso lo quieres así, y yo también lo quiero...
Te quiero mami...Quiero hacer cualquier cosa por tí, cualquier cosa que te haga feliz, cualquier cosa que quieras, cualquier cosa... Te quiero, mami.